La histeria es una afección psicológica
que pertenece al grupo de las neurosis y que padece el uno por ciento de la
población mundial. Se encuadra dentro de los trastornos
de somatización y se manifiesta
en el paciente en forma de una angustia al suponer que padece diversos
problemas físicos o psíquicos. En tanto que neurosis, no se acompaña nunca de
una ruptura con la realidad ni de una desorganización de la personalidad. Técnicamente, se
denomina conversión histérica.
El cerebro histérico no está enfermo, pero ciertas regiones
son sede de una actividad anormal, y determinados circuitos parecen encontrarse
transitoriamente bloqueados por una especie de parálisis funcional.
Síntomas
Los síntomas histéricos, de naturaleza física o
psíquica, se manifiestan con un aspecto paroxístico, intermitente o duradero;
frecuentemente, son reversibles. Destacan los trastornos motores, sensitivos y
sensoriales.
Los trastornos motores son convulsiones o parálisis. La
crisis empieza por un aura, conformada por dolores abdominales, palpitaciones,
sensación de atragantamiento y alteraciones visuales (ceguera parcial o completa). Se experimenta
una aparente pérdida del conocimiento y en una caída controlada. Luego
sobreviene la fase epileptoide, compuesta de paro respiratorio, tetanización,
convulsiones y, finalmente, una resolución en forma de fatiga general y
respiración ruidosa. Como fase final, se producen contorsiones (movimientos
desordenados y gritos) y un periodo de trance, con remedo de escenas eróticas o
violentas. El final de la crisis implica el retorno de la consciencia,
acompañado de contracciones leves y expresión de palabras o frases inconexas
relativas a temas pasionales.
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