Estados alterados de la conciencia
La conciencia:el conocimiento
que un ser tiene de sí mismo y de su entorno se refiere a la moral o bien
a la recepción normal de los estímulos del interior y del exterior.
Los
estados alterados de la conciencia son los “estados existenciales” diferentes a la vigilia ordinaria
en los que se transforman radicalmente la percepción del sujeto (lo nterno),
de su mundo (lo externo)
y de las relaciones entre ambas instancias (que pueden llegar a disolverse en
una experiencia sin “dentro” ni “fuera”). Las técnicas de modificación
de conciencia constituyen una herramienta potentísima de autoconocimiento,
exploración e investigación psicológica llegando, incluso, a la sanación
psicoespiritual.
Existen
infinidad de técnicas de inducción de estos estados: danzas y cantos rituales,
recitación de mantrams, estados de privación, contemplación, meditación, sustancias
psicotrópicas, control de la respiración, etc.
Para Stanislav Grof, representante de la
psicología transpersonal: “La modificación de conciencia es a la psicología
lo mismo que el microscopio a la biología o el telescopio a la astronomía”.
Es decir, al igual que el microscopio abre todo un nuevo “campo de realidad”
–el celular y microscópico–, insospechado de otra manera, la alteración de la
conciencia permite el acceso directo a regiones ocultas de la mente.
Estas
vivencias provocan accesos súbitos (“insight”) a profundas comprensiones de uno
mismo y de su dinámica psíquica, así como de su particular “encaje” en el mundo
como “totalidad armónica”, y hasta del sentido último de la existencia,
particular o universal.
Además, en los estados alterados se tiene
acceso al imaginario personal y colectivo, a universos oníricos o simbólicos
que pueden vivenciarse como plenamente reales, así como aperturas espontáneas
que muchos psiconautas califican como plenamente místicas o religiosas y que,
de hecho, pueden transformar sus vidas para siempre.
Para
muchos, la modificación de la conciencia es, en fin, la “vía real de
acceso al inconsciente” (en palabras de Freud), y actúa como un taladro que
perfora los límites habituales de nuestro mundo, lo que se vivencia como un
viaje interior a las regiones ocultas de la existencia humana, regiones
habitadas por dioses y demonios personales, fantasmas del pasado, recuerdos reprimidos,
proyectos, deseos, creencias, presencias numinosas o místicas, etc.
Y
todo ello configurando un mensaje psicodinámico concreto (similar al de los
sueños o los síntomas) esperando a ser descifrado. “Un sueño sin interpretar es como una carta sin
abrir” dice el
maestro Luis Cencillo,
mucho más podría decirse de estas vivencias que constituyen un
material excepcionalmente significativo que debiera ser integrado en los
modelos “psicológicos académicos y oficiales”.
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