domingo, 4 de marzo de 2012

Estados alterados de la conciencia

La conciencia:el conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno se refiere a la moral o bien a la recepción normal de los estímulos del interior y del exterior.

Los estados alterados de la conciencia son los “estados existenciales” diferentes a la vigilia ordinaria en los que se transforman radicalmente la percepción del sujeto (lo nterno), de su mundo (lo externo) y de las relaciones entre ambas instancias (que pueden llegar a disolverse en una experiencia sin “dentro” ni “fuera”). Las técnicas de modificación de conciencia constituyen una herramienta potentísima de autoconocimiento, exploración e investigación psicológica llegando, incluso, a la sanación psicoespiritual. 
Existen infinidad de técnicas de inducción de estos estados: danzas y cantos rituales, recitación de mantrams, estados de privación, contemplación, meditación, sustancias psicotrópicas, control de la respiración, etc.
Para Stanislav Grof, representante de la  psicología transpersonal: “La modificación de conciencia es a la psicología lo mismo que el microscopio a la biología o el telescopio a la astronomía”. Es decir, al igual que el microscopio abre todo un nuevo “campo de realidad” –el celular y microscópico–, insospechado de otra manera, la alteración de la conciencia permite el acceso directo a regiones ocultas de la mente.
Estas vivencias provocan accesos súbitos (“insight”) a profundas comprensiones de uno mismo y de su dinámica psíquica, así como de su particular “encaje” en el mundo como “totalidad armónica”, y hasta del sentido último de la existencia, particular o universal.
 Además, en los estados alterados se tiene acceso al imaginario personal y colectivo, a universos oníricos o simbólicos que pueden vivenciarse como plenamente reales, así como aperturas espontáneas que muchos psiconautas califican como plenamente místicas o religiosas y que, de hecho, pueden transformar sus vidas para siempre. 
Para muchos, la modificación de la conciencia es, en fin, la “vía real de acceso al inconsciente” (en palabras de Freud), y actúa como un taladro que perfora los límites habituales de nuestro mundo, lo que se vivencia como un viaje interior a las regiones ocultas de la existencia humana, regiones habitadas por dioses y demonios personales, fantasmas del pasado, recuerdos reprimidos, proyectos, deseos, creencias, presencias numinosas o místicas, etc.
Y todo ello configurando un mensaje psicodinámico concreto (similar al de los sueños o los síntomas) esperando a ser descifrado. “Un sueño sin interpretar es como una carta sin abrir” dice el maestro Luis Cencillo, mucho más podría decirse de estas vivencias que constituyen un material excepcionalmente significativo que debiera ser integrado en los modelos “psicológicos académicos y oficiales”.



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